Poema del Ajo

No hace mucho que todavía eras un renacuajo
de andares torpes y lengua de trapo,
de ojos grandes y atentos, ¡tan guapo!,
al que limpiaba mocos y cacas, ¡vaya cuajo!
No hace mucho que, con gran desparpajo
y desbordando simpatía a raudales,
creabas situaciones que parecían casuales
para llevarme al huerto sin mucho trabajo.
Desde muy pequeño, hecho un pingajo,
te gustaba ir corriendo calle abajo,
llamar a las vecinas y pedir caramelos
y arrancarles tiernas palabras con tus camelos.
Apenas hablabas, tan solo decías “ajo”,
y ya te encantaba esconderte debajo
de montañas de almohadas, y
aparecer disfrazado, como un espantajo,
tener de mascota un escarabajo,
despertarte temprano, con las albadas
hacer sonar la campana repicando su badajo,
y untar pan en la muselina de ajos.
No hace mucho tiempo que miro por tus ojos,
que te quiero, que te adoro, ¡que carajo!