TIC TAC


Tic, tac,
el reloj marca las horas
entre alertas, citas y descansos.
¡Qué día tan largo!
¡Cuándo acabará!
¡Qué ganas de que llegue el domingo
para descansar!

Marzo, mayo, abril,…
caen las hojas del calendario
días festivos, el santoral,
otro cumpleaños, ¿qué me regalarán?

¡Qué frío!
Tras el invierno, otra primavera vendrá,
flores en los árboles,
verduras en el hortal.
Por fin pronto acabará el cole,
que ganas de que el verano llegue ya.
Vacaciones, piscina, playa,...
¡Tiempo libre para jugar!

¡Qué calor!
 ¡Esto no se puede aguantar!
Pronto llegará el otoño y la vuelta al cole,
¡con los amigos te reencontrarás!

Y así pasarán los años
y con ellos tú pasarás:
el bebé que un día fuiste,
el niño que eres,
el adulto que serás.
Es tu tiempo tu mayor tesoro
pero no lo puede almacenar,
es como un río de agua clara
que corre y corre
sin retornar jamás.
Por eso debes aprovecharlo:
leer, aprender, escuchar, estudiar,...
porque si no puedes parar el tiempo
tampoco nadie robarte podrá
todo el saber que en tu vida
seas capaz de acaparar.
Y cuando tengas mis años
y eches la vista atrás
podrás ver reflejada en tu mirada
a la Felicidad.

Rosita y Sapín

Una bella rosa brotó
a orillas de un lago
el mismo día que nació Sapín
en la charca de al lado.
Juntos crecieron
sin dejar de jugar
(Rosita) ¡Seré tu amiga para siempre!
(Sapín) ¡Nada nos podrá separar!
Sapín chapoteaba
y a Rosita salpicaba,
las gotas le hacían cosquillas
y reía como una chiquilla.
A ella le hubiera gustado
saltar y zambullirse como él
aunque verle comer mosquitos
no lo llevaba nada bien.
(Flor 1) ¡No sé cómo le aguantas,
tan feo como es!
(Flor 2) Es verdad. ¡Es asqueroso!
¡No sé qué ves en él!
Rosita, cada día más guapa,
desprendía un dulce olor
pero las espinas de su tallo
presagiaban el dolor.
Jugando al coqueteo
con las flores del jardín
olvidó charlas y juegos
con su amigo Sapín.
Hasta que un día le dijo:
(Rosita) Es mejor que te marches
tú que puedes caminar,
mi belleza se eclipsa
con tu fealdad
y mis nuevas amigas
no lo pueden soportar.
Triste y afligido
la miró por última vez
y croando de pena
se marchó para no volver.
Pero quiso el azar caprichoso
que el destino le hiciera retornar
a aquella charca junto al lago
y a su vieja amiga reencontrar.
(Sapín) ¡Ay, Rosita, presumida!
Creyéndote superior
me echaste de tu vida
para verte tú mejor,
en cambio hoy te encuentro marchita
ajada y sumida.
(Rosita) Cesaron las lluvias,
el sol me ha quemado
y plagas de insectos
mis pétalos han mordisqueado.
(Sapín) Era yo quien te traía agua
en tiempos de sequía
y quien mantenía alejados a los insectos,
¿sabes por qué? ¡Porque me los comía!
Lo que tan feo veías en mí
era lo que a ti tan bella te hacía.

Moraleja:
La amistad es generosa,
nunca pone condiciones;
es la prenda más preciosa
¡cuídala!, no la abandones.