El abismo de tu mirada

Me da miedo asomarme a tu mirada
que me mira ajena, fría, impávida,
que sin tocarme zarandea mi alma
y me habla a gritos sin decir nada.
 
Sin resistencia me atrapa, me engulle,
y mi alma se queda, aunque el cuerpo huye,
presa de tus ojos que, sin piedad,
anulan y enmarañan mi voluntad.

Otras me ven sin ropa, y tú desnudo.
Tú intuyes mis temores, mis pasiones,
sentimientos, amores, frustraciones,

mis pensamientos, odios y emociones.
Y me hiere, y me duele y me mata,
este miedo a asomarme a tu mirada.

Joaquín Sabina: Embustera

Besos de chocolate

Fruta fresca de pasión prohibida
que alimenta una obsesión escondida,
fuente que mana besos y ternura
que avivan el fuego de esta locura.

Pétalos de flor rosada y hermosa
con aroma de azahar y romero,
de textura tersa, suave y sedosa
sabor a remanso, paz y tempero.

La muerte me das si carezco de ellos
y a buscarlos agonizando vengo
pues son medicina cuando los tengo.

Ni en sueños pensé degustar tal cosa,
probar exquisitez  más deliciosa,
que el chocolate amargo de tus besos.

Poema del Ajo

No hace mucho que todavía eras un renacuajo
de andares torpes y lengua de trapo,
de ojos grandes y atentos, ¡tan guapo!,
al que limpiaba mocos y cacas, ¡vaya cuajo!
No hace mucho que, con gran desparpajo
y desbordando simpatía a raudales,
creabas situaciones que parecían casuales
para llevarme al huerto sin mucho trabajo.
Desde muy pequeño, hecho un pingajo,
te gustaba ir corriendo calle abajo,
llamar a las vecinas y pedir caramelos
y arrancarles tiernas palabras con tus camelos.
Apenas hablabas, tan solo decías “ajo”,
y ya te encantaba esconderte debajo
de montañas de almohadas, y
aparecer disfrazado, como un espantajo,
tener de mascota un escarabajo,
despertarte temprano, con las albadas
hacer sonar la campana repicando su badajo,
y untar pan en la muselina de ajos.
No hace mucho tiempo que miro por tus ojos,
que te quiero, que te adoro, ¡que carajo!